Nos servimos de la iconografía de los grandes deportes de masas, la geometría de sus pistas deportivas y, sobre todo, de los colores más representativos de cada uno, como excusa para el diseño de los espacios y la zonificación, para generar contrastes y sorprender al cliente.

La barra del local y todos los elementos que la envuelven, son el foco de atención principal, donde se ubican además las pantallas en las que
ver los partidos. Esta zona la convertimos en un campo de futbol.

Además de ser atendido, se puede comer sentado en la propia barra gracias a la doble altura que pensamos para combinar el trabajo interno del personal de cocina, con la zona para clientes, de tal manera que unos no interfieran en los otros.

Una pista de atletismo recorre el lado contrario a la barra, convertida en grada de tres alturas, aumentando el aforo y facilitando la visión de las pantallas, gracias a que los clientes están sentados a diferentes alturas.

Construida en tablero OSB, pintado en color rojo caldera, igual que el tartán de las pistas en los estadios, cuenta con una serie de bases de espuma para hacer más cómodo el asiento y poder moverlos y cambiarte de sitio.

La pared curva da acceso al Bar desde el restaurante, está revestida del clásico azulejo cuadrado blanco, con un rejunte amarillo muy intenso, el mismo color que el pavimento vinílico de todo el local. Nuestro proyecto convierte esa pared en un gran rocódromo, lleno de presas de escalada de distintos tamaños y colores por las que se puede trepar.

Frente al gran ventanal, que es la principal entrada de luz natural del Sports Bar, disponemos una doble mesa para comer, pensada para grupos de entre ocho y diez personas. Esta zona se diferencia del resto gracias al color azul intenso y la gráfica de una pista de baloncesto.

Con la iluminación técnica de los focos-proyectores en el techo, de luz cálida y un ángulo de apertura cerrado, logramos crear aún más contrastes en el espacio y destacar determinadas zonas y elementos de la rotulación.