Se plantea un proyecto en el que gracias a la elección de mesas y sillas se pueden proponer una gran variedad de plantas de distribución, con un aforo máximo de 40 personas.

Junto a la elección del mobiliario hay otras dos premisas más que han marcado las pautas del proyecto de diseño: la iluminación y el acondicionamiento acústico.

Resulta imprescindible poder cambiar la forma de iluminar el espacio en función del uso, sobre todo teniendo en cuenta las sesiones de visionado en pantalla de cualquier pieza audiovisual, donde interesa una iluminación baja e indirecta; o las clases prácticas por grupos de trabajo, donde resulta imprescindible una iluminación general alta y compensada. Es por este motivo que se resuelve el proyecto con 10 encendidos diferentes, donde las pantallas de techo cuentan además con un sistema Dali de regulación de intensidad.

El alzado que funciona como fondo de escenario está revestido con una serie de lamas de tablero de melamina roble superpuestas entre sí de forma escalonada, ocultando una línea de luz que genera profundidad y consigue una iluminación indirecta muy interesante para determinadas configuraciones del espacio.

Ese recurso de las lamas verticales superpuestas se repite en la pared contraria, en forma esta vez de paneles fonoabsorbentes, al igual que en el panel corredero que permite tapar la pantalla cuando no está en uso. Estos paneles fonoabsorbentes, sumados a las placas de fibra de abeto colocadas en el falso techo, hace que el confort acústico de la sala mejore notablemente, reduciendo mucho la reverberación.

La calidez de la tarima y la carpintería de roble se compensa con la neutralidad de los colores blanco, negro y gris del mobiliario técnico, contrastando todo ello con la paleta de verdes en degradado sacados de la identidad corporativa del Ivie, que se utiliza en los paneles fono-absorbentes.

Este proyecto tiene como resultado un espacio equilibrado, muy versátil y cambiante, cálido y confortable para todo tipo de usos y necesidades.